Las mujeres que padecen obesidad dan a luz a bebés más envejecidos

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Los hábitos diarios de una persona influyen no solo sobre su salud, sino también sobre la de sus futuros hijos. Por ejemplo, ya se ha demostrado que el apetito de un varón condicionará el de sus futuros hijos incluso antes de que sean concebidos.

Sin embargo, la relación entre los estilos de vida antes de la concepción y el estado de salud de los hijos no es exclusiva de los varones. De hecho, un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Hasselt (Bélgica) muestra que las mujeres que padecen obesidad antes de la concepción acaban teniendo hijos con telómeros más cortos y, por tanto, con una mayor edad biológica de la que realmente tienen.

"Comparados frente a aquellos cuyas madres tuvieron un IMC normal, los bebés nacidos de mujeres con obesidad fueron más viejos a nivel molecular. Y es que tener unos telómeros más cortos significa que sus células tienen una menor esperanza de vida. Por tanto, mantener un IMC saludable durante la edad reproductiva de una mujer podría promover una mayor longevidad molecular de sus descendientes", explicó Tim Nawrot.

El problema es que con cada división celular (o lo que es lo mismo, según envejecemos), los telómeros se acortan. O lo que es lo mismo, pierden pares de bases de su estructura. Un aspecto muy importante dado que cuanto mayor es la longitud del telómero, mayor es la capacidad de la célula para dividirse. 

"En nuestro trabajo descartamos otros factores que, cuando menos desde un punto de vista potencial, podrían asociarse a la longitud de los telómeros, como la edad de los padres en el momento del nacimiento del nenonato, su clase socioeconómica, el hábito tabáquico de la madre, el sexo del bebé o su peso al nacer", explicó Dries Martens.

Los resultados mostraron que los neonatos cuyas madres presentaban un IMC elevado tenían telómeros más cortos que los nacidos de mujeres con un peso normal. Concretamente, cada aumento de una única unidad del IMC se asoció con telómeros cuya longitud era 50 pares de bases más corta.

Por tanto, una reducción de la longitud de 50 pares de bases equivale a la pérdida que experimenta un adulto normal en un periodo de 1,1 a 1,6 años, lo que podría incrementar el riesgo de desarrollo de enfermedades crónicas en la etapa adulta. 

"Si bien los metanálisis previos sugerían una relación entre el IMC y la longitud de los telómeros en adultos, hasta nuestro trabajo no había ninguna evidencia sobre la asociación entre el IMC antes de la concepción y la longitud de los telómeros de los neonatos. Nuestros resultados refuerzan las evidencias de que un IMC maternal elevado influye en la programación fetal, pudiendo conllevar alteraciones en el desarrollo del feto y la aparición de enfermedades en etapas más avanzadas de la vida del bebé", explicó el experto. 

"Además, el impacto de nuestros resultados sobre la salud pública es considerable, pues a día de hoy en torno a un 30% de las mujeres en edad reproductiva de las sociedades opulentas presenta exceso de peso. Nuestro estudio podría estar limitado por la falta de información sobre el IMC parental, dado que trabajos previos ya han descrito los efectos epigenéticos sobre el bebé del peso del padre", concluyeron. 


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