Qué es el bucle de escape y por qué nos paraliza. (Foto: Envato)

Bucle de escape, el miedo que paraliza e impide tomar decisiones

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El miedo es algo al que todo ser humano se ha enfrentado. Antes o después, ya se trate de hablar en público, hacer un examen, montarse en un avión o expresar sentimientos... nos toca enfrentarnos a ello. 

No obstante, son muchos quienes, ante la ansiedad anticipatoria, sufren mucho e incluso tratan de evitar estas situaciones. Esta estrategia forma parte de lo que la coach profesional y "exfóbica a volar" Silvia Carré nombra en su libro Vuela como "el bucle de escape".

Tal y como señala, nuestros mecanismos defensivos pueden activarse con mucha antelación ante la perspectiva de pasar por este tipo de situaciones, lo que nos genera un gran "desgaste energético".

Esto es así, dice, porque "aprendemos rápido cuando de supervivencia se trata. Y nos volvemos expertos en exagerar nuestras vivencias desagradables para poder recordarlas y sobrevivir".

"Esto provoca que, ante una situación futura similar, volvamos a experimentar el huracán de sensaciones incómodas que percibimos como dolorosas en el pasado; si no hacemos nada al respecto, lo más probable es que decidamos evitar la situación. Aunque falten días, semanas o meses. La máquina de los recuerdos se activa muy rápido cuando conviene", explican.

"Ante una situación, recuerdo las sensaciones que fueron dolorosas o que me han contado que lo son y las conecto con un peligro real. Anticipo lo peor y me preparo para sobrevivir. Sufriendo. Porque anticipo lo percibido y lo vivido, aunque esté distorsionado. Evito la situación para no tener que pasarlo mal, lo que me genera un alivio inmediato: me he salvado. Pero luego me pasa factura: la próxima vez me siento más incapaz y siento un miedo mayor", indicó la experta. 

"Aun así, siento que la decisión tomada era la mejor de las opciones posibles. Al fin y al cabo, me he salvado del supuesto peligro, así que será muy fácil volverla a repetir. Por lo que entro en un bucle endemoniado donde tengo miedo y evito, y como evito, tengo más miedo. El miedo acaba dominando parte de mis decisiones", explicó. 

"Incluso afecta a las personas de mi entorno, quienes se adaptan y renuncian sin saber muy bien cómo manejar la situación. Siento que no pueden entenderme, aunque, con la mejor de las intenciones, intenten ponérmelo fácil o dejen a un lado sus planes o realicen determinadas gestiones por mí. Esa sensación me coloca en el lugar de víctima perfecta. Y, ahí, alimento el miedo a pasos de gigante", concluye.

 
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