Una persona ciega vuelve a ver parcialmente gracias a una técnica revolucionaria. (Foto: Envato)

Volver a ver, la increíble experiencia de una persona ciega

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El hecho de que un hombre ciego recupere la visión es algo insólito y de ciencia ficción. Pero por primera vez en la historia se ha conseguido. Se trata de una técnica de ingeniería genética que es capaz de introducir en el ojo humano unas proteínas sensibles a la luz que se encuentran en las algas.

Esta técnica pionera se llama "optogenética" y es la primera vez que se utiliza en un paciente humano que, desde niño, no podía ver.

Sin embargo, tras someterse a esta nueva terapia genética, este hombre puede agarrar y contar objetos en una mesa, según los prometedores resultados de esta técnica de manipulación genética que acaba de publicar la revista Nature Medicine.

El paciente, cuya identidad no ha sido revelada, vive en una región situada al norte de Francia, y fue tratado en París. Hace 40 años, los médicos le diagnosticaron "retinitis pigmentosa", una enfermedad que provoca la muerte de las células sensibles a la luz situadas en la superficie de la retina.

Esta dolencia afecta, ahora mismo, a más de dos millones de personas en todo el mundo y, por esa razón, esta técnica podría ser una nueva esperanza para estos pacientes, aunque se encuentra aún en una fase preliminar y todavía tienen que realizarse más ensayos con un mayor número de pacientes humanos cuando termine la pandemia de la COVID.

La técnica utiliza unas proteínas que producen las algas, llamadas "canalrodopsinas", y que son capaces de cambiar su comportamiento en respuesta a la luz. De hecho, los microbios las usan para moverse hacia la luz.

El primer paso de esta nueva terapia genética consiste en codificar las instrucciones moleculares para poder generar estas proteínas en las células de las capas profundas supervivientes de la retina. Una vez generadas estas proteínas en la parte posterior del ojo humano, cuando les alcanza la luz, envían una señal eléctrica al cerebro.

"Este paciente inicialmente estaba un poco frustrado porque pasó mucho tiempo entre la inyección y el momento en que comenzó a ver algo, pero cuando comenzó a ver las franjas blancas que cruzaban la calle, puedes imaginar que estaba muy emocionado. Todos estábamos emocionados", señaló el doctor José-Alain Sahel, investigador del Instituto de Visión de París.
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