El peligro de cenar tarde, una llamada inquietante al cáncer

Compartir en:
fjrigjwwe9r1_articulos:cuerpo
Cada vez son más numerosas las evidencias que muestran que nuestro riesgo de desarrollar un tumor se encuentra directamente condicionado por los alimentos que consumimos. Un claro ejemplo de ello son los datos publicados por la Organización Mundial de la Salud (OMS)  que señaló en un informe que las carnes procesadas, caso de los embutidos, y muy probablemente las carnes rojas, aumentan la probabilidad de padecer cáncer.

Ahora,un estudio llevado a cabo por investigadores del Instituto de Salud Global (ISGlobal) de Barcelona alerta de que las cenas tardías o irse a dormir sin dar un tiempo suficiente para que las cenas se hayan digerido adecuadamente aumentan el riesgo de cáncer de mama y de próstata.

"Nuestro trabajo concluye que la adherencia a unos patrones diarios de alimentación se asocia con un menor riesgo de cáncer. Unos resultados que destacan la importancia de evaluar los ritmos circadianos en los estudios sobre la dieta y el cáncer", indicó Manolis Kogevinas, director de esta investigación.

Por lo general, los estudios llevados a cabo para evaluar el impacto de la dieta sobre el cáncer se han centrado exclusivamente en los grupos de alimentos, caso de las frutas, las verduras o las ya referidas carnes rojas o procesadas. Tal es así que la atención que se ha prestado a otros factores asociados con la alimentación, caso de los horarios de las comidas o de las actividades que se llevan a cabo antes y después de cada ingesta, ha sido mínima.

Los autores se fijaron en el cáncer de mama y el cáncer de próstata, los tumores más comunes en las mujeres y los varones de nuestro país. Unos tumores, además, cuyo riesgo de aparición se encuentra fuertemente asociado a los cambios de turnos laborales y a las alteraciones en el ritmo circadiano.

El estudio fue llevado a cabo con la participación de 1.025 mujeres diagnosticadas de cáncer de mama y de 621 varones con cáncer de próstata, así como de 1.493 individuos sin ningún tipo de cáncer.

Todos los participantes respondieron a distintos cuestionarios en los que se preguntó sobre sus dietas y los horarios de sus comidas, sus hábitos de sueños y cronotipos, y su grado de adherencia a las recomendaciones para la prevención de los distintos tipos de cáncer.

Los resultados mostraron que las personas que cenaban antes de las nueve o que esperaban al menos dos horas tras la cena antes de irse a la cama tenían un riesgo hasta un 20% inferior de padecer cáncer de mama o de próstata que aquellas que cenaban más tarde de las 10 o que se acostaban inmediatamente después de cenar.

"De confirmarse en ulteriores investigaciones, nuestros resultados tendrán implicaciones sobre las recomendaciones para la prevención del cáncer, que a día de hoy no tienen en cuenta los horarios de las comidas. Además, este impacto será especialmente importante en las culturas como las de los países del sur de Europa, en los que la población cena tarde", señaló el experto. 

"Necesitamos más estudios con humanos para entender las razones que se encuentran tras estos resultados, pero todo parece indicar que el horario del sueño afecta a nuestra capacidad para metabolizar los alimentos. De hecho, las evidencias alcanzadas con modelos animales han demostrado que el horario de la ingesta de alimentos tiene profundas implicaciones sobre el metabolismo de los alimentos y la salud", concluyó Dora Romaguera, co-autora de la investigación.