El papel clave de las hormonas en el desarrollo del hígado graso

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La esteatosis hepática no alcohólica, o lo que es lo mismo el hígado graso, se corresponde con la enfermedad hepática más frecuente en todo el mundo. De hecho, un 30% de la población general y hasta un 70-90% de las personas con obesidad o diabetes tipo 2 padecen esta enfermedad que, lejos de resultar inocua, puede derivar en una cirrosis hepática e, incluso, en un cáncer de hígado. 

Un aspecto a tener muy en cuenta dado que, por una parte, la incidencia de este hígado graso está creciendo a pasos agigantados en todo el mundo y, por otra, aún no hay ningún fármaco disponible capaz de frenar su progresión. De ahí la importancia de un estudio dirigido por investigadores de la Universidad de Michigan en Ann Arbor (EE.UU.), en el que se identifica una de las claves por las que el hígado graso progresa a su forma más grave y, así, abre la puerta al diseño de tratamientos para poder prevenirla.

"Creo que la esteatosis hepática no alcohólica se convertirá en las próximas décadas en un problema incluso mayor que la diabetes. De hecho, se estima que ya para el año 2020, esta enfermedad constituirá la principal causa para requerir un trasplante de hígado, superando a la hepatitis y a la hepatopatía alcohólica. Y a día de hoy aún no contamos con fármacos para tratarla", indicó Jiandie Lin, co-autor de esta investigación.

En lo referente a a una tercera parte de los adultos y más de un 10% de los niños de Estados Unidos padecen alguna forma de hígado graso. Una población de afectados que, en hasta un 20% de los casos, experimentará la muerte de muchas de sus células hepáticas, lo que conllevará al desarrollo de la esteatohepatitis no alcohólica, esto es, la forma más grave de la enfermedad.
 
Con el objetivo de arrojar luz sobre esta situación, los autores utilizaron un modelo animal al que sometieron a una dieta rica en grasas y carbohidratos con objeto de provocarle del desarrollo de un hígado graso. Y una presentada la enfermedad, evaluaron los efectos de la neurregulina 4 sobre la progresión a la esteatohepatitis no alcohólica.

"En aquellos casos en los que los niveles de la hormona eran elevados observamos una menor tasa de muerte celular, así como menos inflamación y fibrosis. Por el contrario, los ratones que carecían de la hormona tuvieron una evolución significativamente peor. Así, la neurregulina 4 tiene una función distinta que limita la muerte celular y previene la progresión a la forma más severa de hígado graso", indicó. 

"Ahora sabemos que esta hormona lleva a cabo dos funciones principales. Y es que no solo regula el metabolismo al reducir la acumulación de grasa en el hígado, sino que también mantiene ‘sanas’ a las células hepáticas. Una segunda función que puede prevenir la progresión a esteatohepatitis no alcohólica", explicó.