La obesidad se percibe como síntoma de una falta de voluntad o de autocontrol. (Foto: Envato)

La obesidad empieza en el cerebro y a edad muy temprana

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La obesidad (definida por la OMS como una acumulación excesiva de grasa que puede comprometer la salud) es un conocido factor de riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes de tipo 2 y cáncer... y ciertos trastornos de la salud mental.

De hecho, la relación de la obesidad con el sistema nervioso es compleja, y aún seguimos aprendiendo cosas nuevas sobre ella. Hasta el punto en el que un cierto grupo de investigadores defiende que debe considerarse una enfermedad del neurodesarrollo.

Para llegar a esta conclusión, tal y como publican en el medio académico Science Advances, se aproximan a la cuestión desde una de las ramas de la medicina que mayor potencial ha venido mostrando en los últimos años: la epigenética, el estudio de los procesos que intervienen en la expresión de los genes.

A menudo, la obesidad se percibe como síntoma de una falta de voluntad o de autocontrol. Por supuesto, ciertos factores como la calidad de la dieta, la cantidad de actividad física o la calidad del descanso intervienen en la patología; pero, en vista de la evidencia de la que disponemos, se trata de una concepción tremendamente simplista.
Por ejemplo, en la actualidad se sabe que la nutrición durante los estadios tempranos del desarrollo, incluyendo la gestación en el vientre materno, tiene un efecto sobre el riesgo de sufrir obesidad. También lo tienen los genes; hasta el día de hoy, se han catalogado más de 50 genes asociados a la obesidad. Así, los autores del presente estudio amplían aún más este abanico de factores al investigar las vías epigenéticas implicadas en la obesidad.

El trabajo, realizado sobre ratones, analiza de qué manera las características de la nutrición en fases tempranas del desarrollo, incluyendo la gestación y la infancia temprana, modifican los parámetros epigenéticos ligados a los genes responsables del desarrollo de ciertas áreas del cerebro.

Igualmente, encontraron que la expresión de genes relacionados con el desarrollo en la pubertad también se veía modificada por las alteraciones nutricionales tempranas, afectando aspectos como la altura o la respuesta inflamatoria a las dietas altas en grasas con variaciones en función del sexo.
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