Los mejores trucos para adelgazar y perder grasa

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A la hora de ponerse a dieta son muchas las personas que se hacen la misma pregunta: ¿es mejor restringir la ingesta de grasas o de carbohidratos? Se trata de una cuestión sobre la que nadie está de acuerdo y que según han sugerido algunos estudios, depende del genotipo de cada persona.

Es decir, en función de los genes que portemos, será mejor una dieta baja en grasas o una baja en azúcares. O según otros trabajos, la clave está en nuestros niveles de insulina. Pero, ¿cuál es mejor? 

Un estudio concluye que da exactamente igual. El peso que se pierde con ambas es similar. Y no, nuestros genes y nuestros niveles de insulina no tienen nada que ver.

"Todos hemos oído las historias de un amigo al que le fue genial con una dieta y de un segundo amigo que siguió la misma dieta y en el que no funcionó nada bien. La razón se explica porque todos somos muy diferentes y aún estamos empezando a comprender las causas para esta diversidad. Entonces, quizás no deberíamos preguntar cuál es la mejor dieta, sino ¿cuál es la mejor dieta para quién?", comentó Christopher Gardner, director de esta investigación.

El estudio fue llevado a cabo con la participación de 609 mujeres y varones que, con edades comprendidas entre los 18 y los 50 años, fueron seleccionados de forma totalmente aleatoria a seguir durante un año una dieta baja en grasas o una dieta baja en carbohidratos. Unos participantes que, previamente a comenzar a restringir su alimentación, se habían sometido a diversas pruebas para evaluar sus niveles de insulina y para conocer parte de su genoma.

Sin embargo, y cumplidos ya estos primeros dos meses, los autores permitieron que añadieran gradualmente entre 5 y 15 gramos de grasas o carbohidratos a sus dietas hasta alcanzar un ‘equilibrio’ que pudieran mantener a lo largo de toda la vida. El resultado es que concluidos los 12 meses, los participantes que seguían la dieta baja en azúcares consumían una media de 132 gramos de carbohidratos diarios.

"Nos aseguramos que con independencia del tipo de dieta que siguieran, ninguno de los participantes consumiera alimentos procesados. También les aconsejamos que siguieran la dieta de un modo que no sintieran hambre, pues de lo contrario es muy difícil mantenerla a largo plazo. Y también queríamos que eligieran un plan dietético que pudieran seguir potencialmente para siempre, y no una dieta de abandonarían al final del estudio", señaló Christopher Gardner.

Aquellos que llegaron hasta el final habían perdido de media casi seis kilos. Con independencia del tipo de dieta. Sin embargo, se trató únicamente de un promedio: algunos llegaron a perder hasta 27 kilos, mientras que otros ganaron nueve. Y esta pérdida o ganancia de peso no tuvo nada que vver con el genotipo o los niveles de insulina. 

"Quizás el mensaje principal que se deriva de nuestro estudio es que la estrategia fundamental para perder peso con una u otra dieta es similar. Coma menos azúcar, menos harina refinada y tantas verduras como sea posible. En ambos grupos hemos oído de los participantes que perdieron más peso que les habíamos ayudado a cambiar su relación con la comida, y que ahora eran mucho más reflexivos con lo que comían", indicó.