¿El exceso de trabajo puede matarte?. (Foto: Envato)

Exceso de trabajo, cuando las condiciones de trabajo matan

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La pérdida de poder adquisitivo así como las condiciones precarias que gran parte de la población vive en su trabajo provoca un alto coste para la salud de los trabajadores. Jornadas laborales altas así como la pandemia son claves para entender problemas como el Síndrome de Burnout, recientemente reconocido en la Clasificación Internacional de Enfermedades de la Organización Mundial de la Salud.

En este contexto, parece lógico preguntarse sobre cuáles son las consecuencias más extremas del exceso de carga laboral en la salud física y psicológica de las personas.

El estrés es algo clave. Se trata de un mecanismo por el que nuestro cuerpo responde a un desafío, demanda o en general a una situación potencialmente dañina; como tal, puede ser adaptativo en ciertas situaciones.

Cuando nos encontramos en una situación estresante, nuestro cuerpo segrega una hormona, llamada cortisol, que estimula el estado de alerta y prepara al cuerpo para responder con rapidez.

El organismo, no obstante, no está preparado para mantenerse mucho tiempo en ese estado; existe amplio consenso científico en que el estrés crónico se relaciona con mayor riesgo de problemas digestivos crónicos, inflamación crónica en ciertos tejidos, problemas psicológicos (como trastornos de ansiedad o depresivos), diabetes y tensión arterial elevada.

El exceso de horas y de fatiga, así como la competitividad y la precariedad incrementan el riesgo de padecer estos problemas. Cabe recordad que en el año 2016, la OMS reportó que un aumento en el número de horas trabajadas contribuyó al fallecimiento de 745.000 personas en todo el mundo, a través de un aumento en la incidencia de ictus y cardiopatías isquémicas en la demografía afectada.

Incluso, el exceso de horas de trabajo se ha relacionado (como cita un artículo en la revista especializada Ovid) con mayor incidencia de ciertos tipos de cáncer, artritis, enfermedad pulmonar crónica, depresión y asma. Estos riesgos afectaban de manera desproporcionada a las mujeres.
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