La enfermedad de Alzheimer encuentra su enemigo en el ictus

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Continúan los importantes avances contra la enfermedad de Alzheimer. Ahora los expertos del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) diseñaron un llamativo experimento que podría actuar como un anticoagulante oral, que podría prevenir la pérdida de memoria manteniendo la circulación cerebral más fluida.  Para ello solo necesitaron un medicamento común que impide que la sangre esté menos viscosa, unos ratones que desarrollarían Alzheimer y un tablero.



Los expertos celebraron los resultados. El medicamento logró retrasar la aparición de la enfermedad de Alzheimer y disminuir otras síntomas conocidos. Pasado un año del tratamiento no han experimentado pérdida de memoria, ha disminuido la inflamación cerebral, el daño vascular y se han reducido los depósitos de la proteína beta amiloide, señal típica de la pérdida de memoria.

Los resultados preliminares de esta investigación pionera abren ahora una esperanzadora puerta a la prevención y tratamiento de esta grave enfermedad que ha borrado los recuerdos de más de 30 millones de personas en el mundo.

Aunque de momento solo se ha demostrado su eficacia en ratones, "lo importante es que este trabajo inicia un campo de investigación en la enfermedad de Alzheimer que se tenía completamente olvidado", afirma el cardiólogo Valentín Fuster, director del CNIC y autor principal de la investigación. 

Los expertos señalaron que hay multitud de estudios que unen el cerebro y el corazón en numerosas enfermedades. Por ejemplo, cuanto mejor es la salud cardiovascular, menos colesterol, diabetes o hipertensión hay también hay menos riesgo de padecer algún tipo de demencia.

Pero hasta ahora la investigación contra este problema neurodegenerativo se había centrado más en el cerebro, en evitar la formación de placas de beta amiloide y la destrucción de neuronas que originan la enfermedad.

"El propio Alois Alzheimer, al describir la enfermedad a la que dio nombre, fue quien propuso en 1906 que el Alzheimer era una problema vascular, no del parénquima cerebral. Esto que se dijo hace más de un siglo se había olvidado totalmente. Cuando entra en el cerebro, parte se deposita en la pared vascular de las arterias cerebrales y se forman coágulos", indicó Fuster

La investigación se inició con ratones que habían sido modificados genéticamente para desarrollar la enfermedad de Alzheimer humano de forma precoz. Pero, antes, para poder evaluar su pérdida de memoria, les entrenaron en un tablero con una única vía de escape donde cobijarse. Mientras estaban sanos los ratones eran capaces de recordar dónde podían encontrar refugio, pero a medida que la enfermedad evolucionaba perdían esa memoria espacial, salvo en los casos que recibían el anticoagulante.

El próximo paso será averiguar si además de prevenir la pérdida de memoria y retrasar el Alzheimer puede funcionar cuando la enfermedad ya se ha instalado. "Me aventuraría a decir que el fármaco podría funcionar cuando el alzhéimer ya está un poco avanzado, pero será muy difícil en estadíos tardíos de la enfermedad. Rebobinar ese estado en el que las neuronas ya han empezado a morirse es difícil", indicó Marta Cortés, investigadora del CNIC y responsable del estudio.
 
"Lo ideal sería identificar a la población sana con una mayor tendencia a coagular y, por tanto, con un mayor riesgo de alzéimer. Eso se podría averiguar con una resonancia magnética. Estaría indicada a partir de los 50 años. Los de mayor riesgo serían los candidatos a tomar anticoagulantes de forma preventiva. Y mientras como recomendación general, lo mejor es reducir al mínimo el riesgo cardiovascular con deporte, sin tabaco y una buena dieta para mantener el corazón y el cerebro sano", concluyó. 
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