El ejercicio físico no es tan bueno para el corazón como se había dicho

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No existe ninguna duda de que el ejercicio físico es bueno, muy bueno, para la salud. Lo que no está tan claro es si este ejercicio sigue siendo realmente beneficioso en los casos en los que se practica en exceso.

Las evidencias alcanzadas al respecto son confusas, cuando no contradictorias. Sobre todo en lo que respecta a la salud cardiovascular. Algunos estudios alertan que el exceso de ejercicio físico vigoroso puede resultar muy perjudicial para el corazón, mientras que otros concluyen que, con una adecuada preparación, la intensidad del ejercicio es irrelevante.

Un estudio llevado a cabo por investigadores del Hospital Universitario Hamburg-Eppendorf asegura que el abuso del ejercicio físico de alta intensidad eleva, y mucho, el riesgo de fibrosis miocárdica. Y no ya en cualquier persona, sino en triatletas muy bien entrenados.

"Es cierto que la relevancia clínica de estas cicatrices en el corazón permanece aún desconocida. Pero también es verdad que pueden suponer el origen de una futura arritmia o de insuficiencia cardiaca", comentó Jitka Starekova, directora de esta investigación.

La fibrosis miocárdica es, básicamente, el desarrollo de fibrosis en el corazón, por lo general en los ventrículos. Una condición que ya se ha detectado en numerosos deportistas de élite y que, por tanto, cuestiona si la práctica regular de ejercicio físico de alta intensidad, que nunca leve o moderada, es realmente beneficiosa para el sistema cardiovascular.

"El gadolinio se elimina rápidamente en el tejido cardiaco normal, así como de forma mucho más lenta en el tejido cicatrizado, revelando así diferencias entre el músculo cardiaco sano y dañado al cabo de unos 10 minutos. Este fenómeno, conocido como realce de gadolinio tardío, es una herramienta muy útil para la detección de la fibrosis miocárdica", indicó. 

Los resultados mostraron que la fibrosis miocárdica resultaba ciertamente aparente en el ventrículo izquierdo de 10 de los 55 varones. Los participantes en los que se detectó la fibrosis miocárdica habían completado un mayor número de triatlones y Iron man por lo que las distancias promedio recorridas en bicicleta, nadando o corriendo, fueron mayores. 

"La comparación de los resultados de las pruebas de esfuerzo reveló que las mujeres tenían una menor presión sanguínea sistólica (PAS) en el pico máximo de ejercicio y que alcanzaban una potencia máxima inferior a la de los varones. Además, la comparación del historial deportivo mostró que las mujeres solían completar menores distancias. Unos hallazgos que apoyan el concepto de que la presión sanguínea y las distancias de las pruebas podrían tener un impacto sobre el desarrollo de la fibrosis miocárdica", explicó.

"Si bien no podemos demostrar el mecanismo exacto para el desarrollo de fibrosis miocárdica en los atletas, el incremento de la PAS durante el ejercicio, la cantidad y frecuencia de pruebas y la presencia de una miocarditis no detectada podrían ser cofactores para el génesis de esta condición. En otras palabras, la repetición de cualquier actividad atlética extrema podría no ser beneficiosa para ninguna persona", concluyó.