El dolor de garganta que puede acabar en tragedia. (Foto: Envato)

El dolor de garganta que deriva en una gran y peligrosa enfermedad

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Uno de las claves más importantes en la lucha contra el cáncer es la detección temprana. Es por ello que conocer algunos de sus síntomas es clave para dar con la tecla. 

El linfoma no Hodgkin es el sexto tipo de cáncer más común en adultos, pero muchos aún desconocen los síntomas. Uno de los primeros síntomas es un dolor de garganta.

Charlotte Bloodworth, practicante clínica avanzada en el Hospital Universitario de Gales y portavoz de Lymphoma Action, insta a cualquier persona con algún síntoma a actuar rápidamente, recoge The Sun.

"El linfoma es menos conocido que otros tipos de cáncer, por lo que es importante crear conciencia sobre él para que más personas puedan ser tratadas antes, a menudo, cuanto más tarde se presenta, más difícil puede ser tratarlo", comentó Bloodworth.

"A veces, las personas presentan un bulto en el cuello o la axila que no ha desaparecido, pero se encuentran bien, otras pueden tener una masa de linfoma que no se puede sentir y se descubre cuando se realiza una exploración de rutina por otro motivo", prosigue.

Además, el linfoma "no está relacionado con el estilo de vida o las conductas y puede desarrollarse a cualquier edad, afectando tanto a adultos como a niños", comentó.

Bloodworth agregó que "sin embargo, diferentes tipos de linfoma son más comunes en diferentes momentos de su vida. Por ejemplo, el linfoma de Hodgkin es más común entre los 15 y los 40 años y muchos tipos de linfomas no Hodgkin son más comunes más adelante en la vida".

"Tener uno o más de los síntomas no significa necesariamente que tenga linfoma. Muchos de estos también son síntomas de otros problemas de salud, como diabetes no controlada o infección. Es muy importante que acuda a su médico de cabecera para que investigue cualquier inquietud", dice la experta.

Además del dolor o hinchazón de garganta, otros síntomas del linfoma pueden ser: dolor o hinchazón abdominal, ganglios linfáticos inflamados en las axilas o la ingle, dolor en el pecho, dificultad para respirar o tos, fatiga persistente, fiebre o sudores nocturnos o pérdida de peso inexplicable.
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