La dieta cetogénica, ¿en qué consiste y qué peligros conlleva?

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Las dietas cetogénicas, basadas en la restricción acusada o eliminación de los hidratos de carbono y en una elevadísima ingesta de grasas, son cada vez más populares. Sobre todo para la pérdida de peso. 

Un tipo de alimentación que, sin embargo, no está exento de controversia dados sus potenciales riesgos sobre la salud. Pero es posible que los beneficios de estas dietas vayan mucho más allá de sus propiedades adelgazantes.

Según un estudio la dieta cetogénica, puede, en combinación con determinados tratamientos, mejorar la efectividad de los medicamentos contra el cáncer conocidos como inhibidores de la quinasa PI3K. Aunque se necesita una mayor investigación para determinar si estos resultados pueden trasladarse a la clínica en pacientes, el estudio indica que las estrategias que combinan las modificaciones dietéticas con la terapia dirigida podrían explorarse potencialmente para mejorar las respuestas a los tratamientos para el cáncer.

Las quinasas son una familia que incluye más de 500 enzimas diferentes implicadas en muchas de las funciones biológicas esenciales para el organismo, caso de la división celular. El mal funcionamiento de estas proteínas estimula el crecimiento destructivo de muchos tipos de cáncer.

Es el caso, sobre todo, de la vía PI3K –que además de la propia PI3K incluye otras proteínas como AKT y mTOR y diversos genes como PTEN–, implicada en la mayoría de los casos de cáncer de mama y considerada una diana clave para el tratamiento de distintos tipos de tumores. De hecho, los investigadores creen que la manipulación de esta vía PI3K haría que muchos tumores acabaran inmolándose. 

Existen distintos inhibidores para atacar mutaciones en PI3K. La proteína PI3K regula el metabolismo de la glucosa y los inhibidores pueden provocar hiperglucemia (niveles altos de azúcar en la sangre) y un aumento de los niveles de insulina.

Este efecto suele ser transitorio, pero puede prolongarse en pacientes con cualquier grado de resistencia a la insulina. En estos casos, la terapia se suspende porque la insulina es un estimulador de la señalización de PI3K en los tumores y puede afectar la progresión del cáncer.

El estudio demostró que la retroalimentación de glucosa-insulina puede reactivar la señalización de PI3K en los tumores durante la terapia, lo que puede comprometer los efectos antitumorales de los inhibidores. Pero además demuestran que esta retroalimentación de la insulina puede «prevenirse utilizando enfoques dietéticos o farmacéuticos», aumentando la eficacia de los inhibidores.

En concreto, en el estudio que publican en Nature han visto que los ratones sometidos a una dieta cetogénica -que agota las reservas de glucógeno en el hígado, limitando la liberación de glucosa después de la inhibición de PI3K- experimentaron menores niveles de insulina después del tratamiento con inhibidores de PI3K, lo que produjo la reducción del tumor en varios modelos de cáncer de ratón.

La dieta cetogénica por sí misma, sin fármacos, tiene diferentes efectos en distintos modelos tumorales en ratones, lo que sugiere que estos cambios dietéticos en solitario fueron insuficientes para provocar las respuestas terapéuticas que se observaron en los modelos de ratón analizados. 

Por ejemplo, en modelos de ratones con leucemia mieloide aguda, la administración única de una dieta cetogénica aceleró la progresión de la enfermedad, lo que sugiere que esta dieta puede ser perjudicial para algunos pacientes con cáncer cuando se usa en forma aislada.