El cáncer podría tener la respuesta a muchos ictus isquémicos

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Según los datos publicados en la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), el cáncer es responsable cada año de la muerte de uno de cada cuatro ciudadanos de nuestro país. De hecho, y con 106.034 decesos registrados en 2014, las enfermedades oncológicas constituyen la segunda causa de mortalidad en la población española, estando esta cifra únicamente superada por las patologías cardiovasculares.

Sin embargo, y más allá de su elevada letalidad, es posible que los distintos tipos de cáncer estén contribuyendo al desarrollo de las enfermedades cardiovasculares. Y es que un nuevo estudio llevado a cabo por investigadores del Hospital Universitario de La Princesa en Madrid muestra una significativa asociación entre el cáncer y el accidente cerebrovascular o ictus, sugiriendo que la presencia de un tumor podría llegar a promover la presentación de un ictus isquémico.

"Los estudios post-mortem han sugerido la posibilidad de desarrollo de cáncer tras un ictus isquémico, pero la magnitud de esta asociación todavía no ha sido descrita. Por ello, hemos llevado a cabo un nuevo estudio que nos permitiera establecer si esta relación realmente existe y, asimismo, identificar qué factores pueden predecir este riesgo", comentó Jacobo Rogado, director de esta investigación.

Los autores siguieron durante 18 meses la evolución de 381 pacientes que, atendidos inicialmente en el Servicio de Urgencias del Hospital de La Princesa entre de enero de 2012 y diciembre de 2014, fueron ingresados en la Unidad de Ictus del centro tras haberse confirmado el diagnóstico de un ictus isquémico. 

El tiempo medio de presentación del cáncer tras el diagnóstico del ictus fue de tan solo seis meses, con cerca de un 45% de los tumores detectados antes de que hubiera transcurrido este medio año. Y concluidos los 18 meses de seguimiento, el 62% de los pacientes con cáncer presentaban enfermedad metastásica, es decir, el tumor ya se ha expandido e invadido otros órganos, o localmente avanzada, es decir, el tumor se ha diseminado a los tejidos y ganglios cercanos.

"Nuestro trabajo muestra que la incidencia de cáncer en los supervivientes de ictus fue casi el doble de la establecida en la población general. Cuando los tumores fueron detectados se encontraban ya, por lo general, en una fase avanzada, y el diagnóstico se realizó dentro de los primeros seis meses tras el ictus. Un resultado que indica que el cáncer ya se encontraba presente cuando tuvo lugar el ictus, si bien no había síntomas", refirió Jacobo Rogado.

Según apunta Jacobo Rogado, "se ha sugerido que el cáncer es un estado hipercoagulable en el que las células tumorales activan el sistema de coagulación. Esto podría explicar nuestra observación de unos mayores niveles de fibrinógeno en aquellos pacientes diagnosticados de cáncer. Podría ser que el efecto protrombótico del cáncer contribuya a los ictus".

"Los supervivientes a un ictus deben ser sometidos a un seguimiento clínico para detectar el posible desarrollo de un tumor durante los 18 meses posteriores al diagnóstico del episodio. Un seguimiento que debe llevarse a cabo especialmente en los pacientes mayores con un historial de cáncer o que presentan unos niveles altos de fibrinógeno o unos niveles bajos de hemoglobina", concluyó el experto.