Los virus letales que pueden originar una nueva pandemia mundial
Un reciente informe de la Plataforma Intergubernamental de Ciencia y Política sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES) advierte que en el futuro habrá un aumento en la frecuencia de las pandemias, su propagación será más rápida, causarán un mayor daño a la economía global y provocarán más muertes que la pandemia de COVID-19, a menos que se produzca un cambio transformador en el enfoque global para abordar las enfermedades infecciosas.
La mayoría de las enfermedades emergentes, como el ébola, el zika y la encefalitis de Nipah, y casi todas las pandemias conocidas, como la influenza y el VIH/SIDA, son zoonóticas, lo que significa que son causadas por microorganismos de origen animal. Estos microorganismos se transmiten debido al contacto entre la vida silvestre, el ganado y los seres humanos.
Se han identificado más de 30 virus con el potencial de desencadenar pandemias a gran escala. Estos virus fueron identificados en 2016 por un equipo de investigadores que anteriormente predijeron las amenazas del ébola y el zika antes de que se convirtieran en epidemias.
La agricultura, el comercio y el consumo de vida silvestre y productos derivados de ella, como alimentos, medicinas, pieles y otros productos, han provocado la pérdida de biodiversidad y el surgimiento de enfermedades emergentes, como el SARS y el COVID-19.
De hecho, la pandemia de COVID-19 también tuvo su origen en actividades humanas. "No hay ningún misterio sobre la causa de la pandemia de COVID-19, ni de ninguna otra pandemia moderna. Las mismas actividades humanas que impulsan el cambio climático y la pérdida de biodiversidad también generan riesgos de pandemias a través de su impacto en nuestro entorno", advierte Peter Daszak,presidente de EcoHealth Alliance y presidente del taller de IPBES que dio lugar al informe.
En ese entonces, en 2016, se incluyeron en la lista de virus peligrosos el virus MERS-CoV (síndrome respiratorio de Oriente Medio), el guaranito (causante de la fiebre hemorrágica venezolana), el junín (causante de la fiebre hemorrágica argentina) y varios virus transmitidos por mosquitos, entre otros.
La gripe aviar es otro ejemplo, donde la cepa altamente patógena se originó en China en 1996 y se propagó a aves de corral domésticas en Asia. Desde entonces, las aves silvestres se han convertido en vectores de la enfermedad durante sus migraciones estacionales.
El virus Marburg, similar al virus del ébola, causa fiebre alta, calambres y sangrado en los pacientes. El 80% de los infectados muere. Se cree que el huésped natural del virus Marburg es el murciélago de la fruta. El virus se transmite de estos murciélagos a los seres humanos y se propaga entre ellos directamente.
Otra enfermedad, la fiebre de Crimea Congo, se transmite a través de picaduras de garrapatas y puede producir sangrados en la cara, la boca y la garganta. Es considerada una enfermedad emergente en Europa Oriental y una de las enfermedades transmitidas por garrapatas más extendidas en todo el mundo.
El virus del Nilo Occidental, transmitido por mosquitos infectados, puede causar una enfermedad grave del sistema nervioso en los seres humanos. La mayoría de las personas infectadas no presentan síntomas, pero puede haber casos graves.
La fiebre hemorrágica argentina es causada por el virus Junín y se transmite por el contacto directo con roedores o la inhalación de excreciones de roedores infectados. Los síntomas incluyen fiebre, dolor de cabeza, debilidad y pérdida de apetito, y puede ser mortal en aproximadamente el 30% de los casos.
El hantavirus, transmitido por roedores, puede causar dos tipos de enfermedades en los seres humanos: la fiebre hemorrágica con síndrome renal y el síndrome pulmonar por hantavirus. Ambas son enfermedades graves, y la tasa de mortalidad puede ser alta.
El virus de Lassa es un virus de ARN que causa la fiebre de Lassa, una enfermedad hemorrágica viral. El virus es endémico en partes de África Occidental y se transmite principalmente a través del contacto con roedores infectados.
Estas enfermedades son ejemplos de cómo la propagación de enfermedades infecciosas puede ser consecuencia de la pérdida de biodiversidad y el impacto humano en el medio ambiente. Es fundamental abordar estos problemas de manera integral para prevenir futuras pandemias.
La mayoría de las enfermedades emergentes, como el ébola, el zika y la encefalitis de Nipah, y casi todas las pandemias conocidas, como la influenza y el VIH/SIDA, son zoonóticas, lo que significa que son causadas por microorganismos de origen animal. Estos microorganismos se transmiten debido al contacto entre la vida silvestre, el ganado y los seres humanos.
Se han identificado más de 30 virus con el potencial de desencadenar pandemias a gran escala. Estos virus fueron identificados en 2016 por un equipo de investigadores que anteriormente predijeron las amenazas del ébola y el zika antes de que se convirtieran en epidemias.
La agricultura, el comercio y el consumo de vida silvestre y productos derivados de ella, como alimentos, medicinas, pieles y otros productos, han provocado la pérdida de biodiversidad y el surgimiento de enfermedades emergentes, como el SARS y el COVID-19.
De hecho, la pandemia de COVID-19 también tuvo su origen en actividades humanas. "No hay ningún misterio sobre la causa de la pandemia de COVID-19, ni de ninguna otra pandemia moderna. Las mismas actividades humanas que impulsan el cambio climático y la pérdida de biodiversidad también generan riesgos de pandemias a través de su impacto en nuestro entorno", advierte Peter Daszak,presidente de EcoHealth Alliance y presidente del taller de IPBES que dio lugar al informe.
En ese entonces, en 2016, se incluyeron en la lista de virus peligrosos el virus MERS-CoV (síndrome respiratorio de Oriente Medio), el guaranito (causante de la fiebre hemorrágica venezolana), el junín (causante de la fiebre hemorrágica argentina) y varios virus transmitidos por mosquitos, entre otros.
La gripe aviar es otro ejemplo, donde la cepa altamente patógena se originó en China en 1996 y se propagó a aves de corral domésticas en Asia. Desde entonces, las aves silvestres se han convertido en vectores de la enfermedad durante sus migraciones estacionales.
El virus Marburg, similar al virus del ébola, causa fiebre alta, calambres y sangrado en los pacientes. El 80% de los infectados muere. Se cree que el huésped natural del virus Marburg es el murciélago de la fruta. El virus se transmite de estos murciélagos a los seres humanos y se propaga entre ellos directamente.
Otra enfermedad, la fiebre de Crimea Congo, se transmite a través de picaduras de garrapatas y puede producir sangrados en la cara, la boca y la garganta. Es considerada una enfermedad emergente en Europa Oriental y una de las enfermedades transmitidas por garrapatas más extendidas en todo el mundo.
El virus del Nilo Occidental, transmitido por mosquitos infectados, puede causar una enfermedad grave del sistema nervioso en los seres humanos. La mayoría de las personas infectadas no presentan síntomas, pero puede haber casos graves.
La fiebre hemorrágica argentina es causada por el virus Junín y se transmite por el contacto directo con roedores o la inhalación de excreciones de roedores infectados. Los síntomas incluyen fiebre, dolor de cabeza, debilidad y pérdida de apetito, y puede ser mortal en aproximadamente el 30% de los casos.
El hantavirus, transmitido por roedores, puede causar dos tipos de enfermedades en los seres humanos: la fiebre hemorrágica con síndrome renal y el síndrome pulmonar por hantavirus. Ambas son enfermedades graves, y la tasa de mortalidad puede ser alta.
El virus de Lassa es un virus de ARN que causa la fiebre de Lassa, una enfermedad hemorrágica viral. El virus es endémico en partes de África Occidental y se transmite principalmente a través del contacto con roedores infectados.
Estas enfermedades son ejemplos de cómo la propagación de enfermedades infecciosas puede ser consecuencia de la pérdida de biodiversidad y el impacto humano en el medio ambiente. Es fundamental abordar estos problemas de manera integral para prevenir futuras pandemias.
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