Las vacaciones, el mejor aliado para proteger el corazón

Compartir en:
fjrigjwwe9r1_articulos:cuerpo
El pasado mes de diciembre se publicó un estudio en el que se alertaba de que las Navidades no eran, tal y como cabría esperar, una época de paz y armonía para nuestros corazones. Cada año, entre el 24 de diciembre y el 7 de enero se registra un pico de decesos por enfermedad cardiovascular, no pudiendo explicarse el fenómeno por la llegada de los fríos invernales.

Un estudio dirigido por investigadores de la Universidad de Upsala (Suecia), las vacaciones veraniegas suponen una época en la que se registra un descenso en la cifra de infartos. No así en las fechas navideñas y los lunes, en los que su incidencia es mayor que en el resto del año.

"Este es el primer estudio en el que se evalúan estos periodos de tiempo culturalmente definidos en una población general, en este caso de Suecia, a partir de datos y registros no seleccionados y de alta calidad. Unos datos que nos han permitido investigar tanto el inicio de los síntomas como las fechas de los ingresos hospitalarios sobre unas hipótesis predefinidas", indicó John Wallert, director de esta investigación. 

"Los trabajos previos han tendido a omitir el inicio de los síntomas y basar sus conclusiones en términos de un retraso en la búsqueda de atención o de una demora en la hospitalización como explicaciones para la variación en las tasas de infartos a lo largo del tiempo. Pero nuestros resultados muestran que estos factores solo explican parcialmente esta variación", explicó. 

A día de hoy es bien sabido que las situaciones altamente estresantes aumentan el riesgo de sufrir un infarto agudo de miocardio. Y no solo aquellas situaciones que suponen una amenaza real para la vida, como sería un terremoto. También aquellas que, si bien no conllevan ningún supuesto peligro para nuestra integridad física, aceleran los corazones de una parte de la población, como ocurre con los Mundiales de Fútbol.

Los resultados mostraron que las vacaciones de verano se corresponden con una época en la que se reduce la cifra de ingresos por infarto. Concretamente, las personas que disfrutan de su descanso estival durante el mes de julio tienen un riesgo un 8% menor de sufrir este tipo de episodio cardiovascular.

"Nuestros hallazgos sugieren que las demandas psicosociales sobre el comportamiento influyen en los sistemas biológicos hasta un punto que pueden actuar como desencadenantes potenciales de un infarto. Una vez evaluados los datos sobre la temperatura, la contaminación atmosférica y los viajes aéreos de largo recorrido, las asociaciones entre la tasa de infartos y las fechas del calendario son sorprendentemente robustas", explicó. 


"La manera en que hemos acordado en sociedad los periodos de trabajo y descanso está bien alineada con nuestro reloj biológico interno, esto es, con el ritmo circadiano. Así, es muy poco probable que nuestro reloj biológico interno sepa si hoy es lunes o domingo. Sin embargo, y de los participantes evaluados, aquellos que todavía estaban empleados tuvieron la mayor tasa de infarto de todos, en torno a un 20%. Este y otros hallazgos podrían influir en la futura política de salud pública. Pero eliminar la rutina de la semana laboral sería, muy probablemente, demasiado drástico" concluyó.